Soy nueva en esto como sabéis. A pesar de mis escasos conocimientos en cierto tipo de productos, me llegó una invitación a una cata maridada de productos de Jerez. Vinos con Denominación de Origen y cocina de Ángel Léon, llamado el chef del mar. Tenía que ir.
Fino, amontillado, oloroso seco, cream y Pedro Ximénez sirvieron de base para iniciarme en el mundo de los vinos. César Saldana, director general del Consejo Regulador, fue describiendo qué olores y sabores debíamos encontrar en las diferentes copas. La presencia del Velo de Flor en la fermentación da mayor o menor oxidación al vino, y por tanto, mayor o menor concentración de azúcares. Eso lo aprendí el otro día. Lo aprendí y lo memoricé. Ya no se olvidará.
Nariz, boca, retrogusto. Limpio de paladar, barrica, cáscara, levadura. Verticalidad de notas olfativas, especias y el sol. El Sol de Jerez que permite la oxidación de sus vinos haciéndolos únicos.
Y Ángel León. Él fue el que nos incitó a probar estos vinos más allá del aperitivo del fino o del postre del Pedro Ximénez. Un oloroso seco marida con albondiguillas de atún con ñoquis de queso payoyo. Un amontillado con el sabor sutil del calamar y el fino sale del aperitivo para ayudar a las alcachofas en velouté cítrica con esencia de langostino de Sanlúcar, falafel y algas.
Aprendí. Memoricé y guardé en mis recuerdos cómo disfrutar de cada uno de los vinos de Jerez que nos enseñaron esa noche. Y puedo decir que hice, con plena satisfacción, mi primera cata maridada. Supongo que la primera vez no se olvida, ¿no?